#VENEZUELA / MUNDO – Por más de tres décadas, la incertidumbre, el dolor y el desasosiego se apoderaron de la familia de Morella. Una joven venezolana de 18 años que, en un sombrío día de 1988, abandonó su hogar.
En unas bolsas de basura, llevaba su ropa y la ferviente esperanza de iniciar un nuevo rumbo junto al que pensaba sería el amor de su vida. Partió sorpresivamente sin dar aviso. Nunca imaginó que esta irracional decisión sería el inicio de 30 años de pesadillas.
Cara a cara con el “monstruo de Maracay”
Morella no lo sabía en ese momento, pero aquel 23 de diciembre de 1988 un verdadero tormento se apoderaría de su vida. Mathías Salazar Moure, el sujeto con quien huyó la haría vivir en el terror. Su historia de romance se transformó, sin esperarlo, en una horrorífica película.
“Me habló de todos los planes que teníamos juntos. Me empezó a hablar bonito y me pidió que recogiera mis cosas para que me fuera a Maracay, que él me buscaba. Matías Enrique Salazar te envuelve, te enamora y después te aleja de tu círculo”, relató Morella en diálogo con ‘Crónica Uno’.
Arruinados y destruidos quedaron los anhelos de Morella. Al llegar al terminal de Valencia, ubicado en Carabobo, Venezuela, en vez de encontrarse con su amor, se enfrentó cara a cara con una repulsiva realidad. Un violento y agresivo hombre que, en el instante de su encuentro la amenazó y raptó para seguidamente llevarla a un apartamento en la avenida Constitución de Maracay, en donde vivió confinada tres décadas.
“En algún momento, mi familia pensó que se había vuelto loca, se llegó a cuestionar si estaba viva, porque no había rastro de ella, ni una llamada, ni una compra que facilitara un indicio”, contó el sobrino de Morella, Oscar Hernández, con respecto a la misteriosa desaparición de su tía, de acuerdo con el periódico español ‘El País’.
Morella, por su parte, pasaba sus días y noches encerrada en el domicilio, rodeado de gruesas persianas sin poder ver la luz del sol. Mientras el sanguinario hombre la hacía presa de sus maltratos, agresiones y vejaciones inimaginables que iban desde brutales golpizas hasta actos de abuso sexual.
“La golpeaba mucho, la amenazaba y la traumatizó tanto que ella tenía miedo de levantarse. En dos oportunidades él dejó unas llaves, que no eran las del apartamento, y ella intentó abrir la puerta, pero al regresar se dio cuenta y las golpizas fueron brutales”, reveló el sobrino de la víctima al medio local ‘Crónica Uno’.
Aunque Morella deseaba huir, sus ganas de sobrevivir eran mayores; en dos oportunidades efectivos policiales se acercaron al inmueble avisados por vecinos del complejo, reportando la situación. Pero, la pobre mujer se limitó a responder en tono bajo que todo estaba bien. Y, efectivamente los agentes, nunca más volvieron.
Mathías, empecinado en retener en contra de su voluntad a Morella, la visitaba en el apartamento para, entre otras cosas, llevarle comida y agua. Cuando sus vecinos le preguntaban por los sonidos dentro de la vivienda, este respondía, simplemente que, se trataba de una empleada doméstica.
Su sobrino, quien se ha convertido en un vocero oficial de este aberrante caso, relató en una ocasión que, Morella desesperada se acercó a la ventana y movió un poco la cortina para tomar el sol; pero al descubrirla Mathías la golpeó brutalmente.
“Estaba nerviosa, tenía tres muditas de ropa allí dentro de ese apartamento, unos zapaticos viejitos. Una cama individual casi en el piso, un ventilador viejito, un televisor viejo. Un sofá viejo”, dijo un vecino que declinó ser identificado por temor a represalias, según el diario ‘El Comercio’.
Y todo hubiese podido seguir así, de no ser porque, en medio del panorama desolador, Morella nunca renunció a la libertad.
El juego de llaves de la libertad
El 24 de enero de 2020, Morella por fin respiró el aire de la libertad, a la edad de 49 años. Todo gracias a que Mathías olvidó las llaves y, a diferencia de ocasiones anteriores, la mujer sí logró abrir la puerta y escapar.
“Yo solo le pedí dos cosas a Dios: que las llaves abrieran y que no salieran los vecinos, porque si solo abría la puerta y no la reja, y alguien me veía, eso iba a ser una paliza segura para mí”, relató Morella en diálogo con ‘Crónica Uno’.
Los graves signos de desnutrición que presentaba y el mal estado emocional en el que se encontraba no impidieron que Morella caminara dos horas en busca de una oficina gubernamental de atención a la mujer con la esperanza de recibir ayuda; sin embargo, la víctima tuvo que enfrentarse a una cruda realidad: la inexistencia de protocolos de atención y de abrigo para la violencia contra la mujer. Manifestó el sobrino.
“Ahí le dijeron que no tenían personal para atenderla y la remitieron al Instituto de la Mujer. La mandaron sola, a una mujer que tenía 18 años sin ver la luz del sol”, dijo Hernández a ‘El País’.
Aunque Hernández no conocía a su tía, sí había oído hablar innumerables ocasiones de ella; por lo que cuando, finalmente, se encontraron cara a cara, el ambiente se llenó de emoción y alegría: “Me preguntaron si era familiar de la señora Morella y yo me asusté, pensé que me iban a decir que habían encontrado su cuerpo. Pero no fue así, estaba viva”, dijo el estudiante de Derecho según el canal de televisión ‘Actualidad RT’.
Una siniestra colección de mujeres secuestradas
Aunque sea imposible creer esta historia, todo parece indicar que Morella no era la única mujer que se encontraba en cautiverio, Mathías tenía una siniestra colección de al menos dos mujeres más retenidas en distintos departamentos en el mismo conjunto residencial.
Por más de dos décadas, Fanny y su hija María -quien nació en cautiverio- fueron víctimas de los inescrupulosos deseos del apodado ‘monstruo de Maracay’. Convivían con Matías, en una torre a escasa distancia de donde se encontraba Morella recluida. Al igual que esta última, Fanny había escapado de su casa para huir con el hombre que le prometió un futuro juntos.
A la siniestra lista se suma Ana María, la esposa de Mathías y quien ha negado haber estado encerrada por años en casa de sus suegros, como se ha dicho; no obstante, el diario regional venezolano ‘El Siglo’ asegura que Josefina Franco, madre de Ana María, no la veía desde 1985, hasta que el 31 de enero de 2020 supo de ella.
Un clamor de justicia latente
Tras el escape de Morella, Mathías intentó reportar la desaparición de “su esposa” -como se refirió a ella-; frente a la Fiscalía, pero, fue detenido e imputado por los delitos de violencia sexual, esclavitud sexual, inducción al suicidio y violencia psicológica previstos en la Ley Orgánica sobre el Derecho de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia en enero de 2020.
“Ellas estaban con él por voluntad propia y está en el expediente. Él convivía con las tres, no se puede hablar de secuestro. (…) Las tres familias vivían felices”, sostuvo José Barreto, abogado del acusado, durante una audiencia.
Hasta el momento, el acusado permanece recluido en una cárcel venezolana, de acuerdo con el medio local ‘Crónica Uno’.
Morella, ha tratado de reconstruir su vida después de vivir esa terrible pesadilla. Actualmente disfruta del apoyo y el amor incondicional de su familia. En sus declaraciones insta a las víctimas de acoso y maltrato denunciar.
“La gente cree que salir de esa situación es fácil. Si eso fuese así, no existirían víctimas, el miedo es poderoso y nos congela, la única forma que voy a salir de esto es accionando”, concluyó en diálogo con ‘Crónica Uno’.
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Editado por Noticias La Critica Aruba