#ARUBA / ORANJESTAD – En Aruba la cifra alarmante de casos de pedofilia ha mantenido durante años indignada a la comunidad. La falta de atención, la injusticia y las cortas condenas dictadas a estos agresores sexuales han sido un tema polémico. Un alto porcentaje de los delitos ocurre en los entornos más próximos a los menores de edad: sus hogares, sus localidades, en los colegios y otros lugares que normalmente frecuentan.
La mayoría de los actos de violencia sexual contra niñas, niños y adolescentes son cometidos por personas muy cercanas a ellos; incluso, en algunos casos, los atacantes forman parte de su grupo familiar. Para combatir tal perversión deberían de existir políticas con acciones contundentes.
Lamentablemente, muchas de las denuncias terminan en el olvido por falta de pruebas, por ello es importante reconocer a tiempo al violador de niños para así alejarlo de tu hogar.
Aunque no existe un perfil o patrón definido que identifiquen al agresor sexual hay que tomar en cuenta estas señales:
De acuerdo con profesionales en la materia, un pedófilo puede ser una persona de cualquier edad, sexo, condición social o económica, nivel educativo, profesión, raza, religión, condición física o cognitiva.
Existen algunas conductas del sujeto que pueden levantar sospecha y a las que se debe prestar atención como, por ejemplo:
- La insistencia por permanecer a solas con niños, niñas y adolescentes. Inventa cualquier excusa para lograrlo.
- La preferencia por socializar con menores de edad por encima de los adultos.
- Las muestras exageradas de cariño o de afecto en forma injustificada e inoportuna.
- La compulsión a la pornografía ya sea a través de video o de revistas.
- El haber estado involucrado o haber sido denunciado anteriormente por un abuso sexual.
- El consumo problemático o el abuso de sustancias psicoactivas.
Cuando la confianza se convierte en un peligro
Que la mayoría de los casos de abuso sexual hacia niños, niñas y adolescentes ocurran en sus entornos más cercanos, tiene un común denominador: la confianza. Precisamente, por eso, suele ser tan difícil identificar a tiempo una situación de riesgo.
Una de las cosas que el agresor desarrolla según expertos en el proceso de abuso, es la confianza, tanto con su víctima como con los cuidadores de esta.
Su objetivo es generar una atmósfera en la que sus intenciones pasen desapercibidas para así lograr ganar espacios de privacidad donde, finalmente, puedan quedarse a solas con el menor de edad.
Especialistas en el tema coinciden en remarcar algunos factores que incrementan el riesgo de que una niña, niño o adolescente sea víctima de agresión sexual. Entre ellos se consideran los siguientes:
- La falta de educación sexual desde temprana edad que impide que los niños aprendan a identificar los riesgos a los que están expuestos y que, por ende, no desarrollan acciones de autocuidado y establezcan límites con relación a las manifestaciones de afecto.
- La inobservancia o la negligencia por parte de madres, padres o cuidadores a la hora de crear entornos protectores. Asimismo, el dejar solos a los niños por mucho tiempo.
- La debilidad o carencia de vínculos afectivos entre los menores de edad y sus adultos significativos. Los agresores aprovechan este desequilibrio para llenar vacíos emocionales.
- El hacinamiento en las viviendas.
- La violencia intrafamiliar y el maltrato físico, verbal o psicológico hacia las niñas, niños y adolescentes que lesiona su autoestima y su seguridad, haciéndolos más propensos a ser víctimas de este delito.
La prevención es fundamental
Los profesionales coinciden que cuando el niño tiene comunicación directa con sus padres o representantes, contribuye de manera categórica a evitar dichos ataques sexuales o atenderlos una vez cometidos.
Cuando los padres son comunicativos con sus hijos y les ayudan a reconocer su cuerpo, con esto fomentan su desarrollo psicosexual; eso facilita que el niño se comunique ampliamente y que no acepte el contacto sexual con un adulto al que le tenga suficiente confianza. Es importante buscar asistencia médica y psicológica en caso de sospecha de abuso sexual.
- La violencia intrafamiliar y el maltrato físico, verbal o psicológico hacia las niñas, niños y adolescentes que lesiona su autoestima y su seguridad, haciéndolos más propensos a ser víctimas de este delito.