#COLOMBIA / MUNDO – Los caleños están conmocionados por un reciente hecho sangriento. Una mujer identificada como Ingrid Coromoto Gómez Izquiel, de 50 años, venezolana de nacionalidad, fue asesinada por su propio hijo. El terrible suceso se registró en el Valle del Cauca, Colombia.
A Luis Palma lo embarga la tristeza, aún no acepta los terribles días amargos vividos en su domicilio ubicado en el barrio Alfonso Bonilla Aragón, en el Valle del Cauca.
Relata que llegó de Venezuela a la ciudad de Cali por 15 días. Pero, se fue quedando y desde entonces pasaron más de tres años. Se mudó con su esposa, Ingrid Coromoto Gómez Ezequiel, y sus tres hijos. Decidieron trabajar en la cocina donde vendían empanadas con la sazón de su país.
«Nos iba bien porque mucha gente nos ha querido», dice el hombre. Una lúgubre oscuridad inundó ese hogar hace dos años cuando uno de sus hijos, de 31 años, quien decidió aventurarse a Perú, perdió la vida y no pudieron repatriar su cadáver.
Hace menos de un año, Ingrid Coromoto, de 49 años, perdió a sus padres por enfermedades.
Luis e Ingrid seguían tratando de conseguir el sustento para todos en Cali, porque quedaban dos hijos y una nieta.
Uno de esos hijos es Manuel, a quien don Luis Palma define como un muchacho cariñoso con la mamá, inteligente y con conocimientos de inglés. Lo amargo era que hace más o menos año y medio se adentró en el mundo de la drogadicción, no era algo permanente. Sin embargo, decidieron internarlo para alejarlo del vicio.
«Él estaba internado y nos llamó para decirnos que tenía cólicos. Mi esposa lo fue a buscar porque ella era todo con sus muchachos. Después de sentir la terrible pérdida de su hijo en Perú, cuenta don Luis se aferró más a ellos.
La mañana del jueves, el joven, de 26 años, le dijo a la mamá que iba a buscar un medicamento. «Yo le dije que no lo dejara ir solo porque mi hijo venía de un proceso de rehabilitación difícil«, cuenta el padre.
Él le pidió confianza a la mamá, que le dio el permiso, pero con el compromiso de regresar pronto.
Eran las 11:40 de la mañana cuando Luis Palma alertó a la esposa que, había pasado mucho tiempo desde que Manuel salió a buscar el remedio. Fueron a buscarlo y lo encontraron bajo los efectos, de las drogas.
Lo trajeron a casa en un taxi. Al regresar, Manuel tomó agua y aparentemente estuvo tranquilo, se fue a dormir y al mediodía se levantó para almorzar, y regreso, nuevamente, a su cama. La mamá estaba dormida en otro cuarto.
Palma dice que decidió aprovechar que madre e hijo dormían para ir a comprar los ingredientes de las empanadas. Cuando venía de regreso lo llamaron para decirle que se apurara porque algo grave pasaba en su casa.
«No podía creer que él había matado a su adorada madre«, dice el padre llorando. La mujer sufrió una herida fatal con arma blanca, que le arrebató la vida en segundos.
El matricida se presentó en la Fiscalía del centro de Cali, y aseguró que no sabía por qué su progenitora estaba muerta.
Eso mismo le dijo a su padre que pudo verlo esa noche. «Apá que hago yo aquí, me decía. Tengo hambre y frío. Dile a mi mamá que venga», decía.
El papá le contestó que, había matado a su mamá mientras él repetía que no era cierto, pues nunca le alzó la voz ni una vez en su vida.
Don Luis busca los recursos para trasladar el féretro de su esposa Ingrid a Venezuela; para ello requiere de unos seis millones de pesos. La familia está pidiendo colaboración para repatriar el cuerpo; cualquier interesado en ayudar puede comunicarse por los teléfonos 0057 321 8087097.
Abatido por las situaciones trágicas recientes vividas, Luís manifestó que, no puede irse de Cali sin saber qué pasará con su hijo preso. «Mi muchacho no es malo, pero lo atacó ese demonio de la droga. No lo voy a dejar solo».
Editado por La Critica Aruba
Con información de: El Tiempo